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Fidel Castro Ruz. Ideas sobre la muerte, el legado y la continuidad histórica de la Revolución

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Para nuestro comandante en jefe había una relación dialéctica entre el tiempo, espacio y la capacidad y así lo refrenda en su vida revolucionaria, para él no existían horas de descanso,  las horas de estudio que dedicaba a los diversos temas económicos, políticos, sociales, científicos eran de prioridad como parte de  su autosuperación personal. Su tiempo fue respetado y aprovechado desde toda su capacidad,  inteligencia y aptitud de consagración a todas las tareas revolucionarias; cuando trató de organizar la lucha, su estancia en el  Presidio Modelo fue el espacio idóneo para  la preparación política  ideológica de sus compañeros pero también en su preparación persona. En sus últimos años supo buscar la manera de que, sin importar su enfermedad, podía aportar a la  conciencia colectiva, desde sus más profundas reflexiones relacionadas con diversos  temas de acontecer nacional e internacional, dejando un legado histórico para las nuevas generaciones.  En la entrevista, de manera jocosa decía que planes de morirse no tenía ninguno, todos conocemos durante toda su vida los disímiles planes de atentados organizados contra su persona, los cuales fueron burlados debido a la gran capacidad táctica,  organizativa e inteligencia de nuestros órganos de la seguridad del Estado. Tenía una percepción de la muerte casi omisa pues su vida se concentró en lo que podía pensar y hacer en función del bienestar de su pueblo a partir de su ejemplo como líder.


Otro elemento esencial que Fidel aborda en la entrevista tenía que ver con  el futuro de nuestro país y en la concepción estratégica de la continuidad histórica de la Revolución. Para ello trabajó fuertemente en la política de cuadros y  desde su condición innata de hombre de futuro comenzó a definir las cualidades  esenciales de un cuadro o dirigente de la Revolución, resaltando la capacidad, compromiso personal y revolucionario, siempre sin improvisaciones, que fueran seleccionados a  partir de su  prestigio ante el pueblo como elemento esencial.


Se basaba  profundamente en que el cuadro se debe a su pueblo y la relación con las masas debía ser estrecha. En muchas de sus conversaciones siempre venía a colación quién sería el que ocuparía la responsabilidad de dirigir a su país. Respecto a ello veía con gran claridad  que por las mayores condiciones políticas, por sus méritos  y la experiencia que tenía estaba Raúl, aclaraba no porque fuera su hermano sino por todo lo que había ganado en la lucha revolucionaria, por su entrega, sacrificio , por sus altos valores éticos y  morales. A la generación histórica de la Revolución le deba la mayor  atención pues fueron los  que iniciaron la lucha, fundadores del Partido y por sus méritos personales.
Era esencial en su concepción de cuadro que éste último  no se dejara llevar por la miel del poder, en  su actuar diario estuviera presente la humildad y la modestia, como manera de garantizar la calidad en la dirección para  fortalecer la unidad.


La continuidad histórica de la Revolución fue un factor determinante en la educación y tratamiento a los jóvenes en la promoción como cantera directa a las filas del PCC. Al respecto refiere: “Seríamos verdaderamente míopes si no le prestáramos la especial atención a estos problemas y yo creo que no tenemos ni tendremos dificultades para darle continuidad a la política de la Revolución”…
En respuesta a lo que significaría el legado fidelista estuvo claro desde que comenzó el proceso revolucionario que solamente dejaría de cumplir sus funciones por una razón muy justificada, nunca por abandono, o por estar aburrido del trabajo o para dedicarse a su vida privada. En su gran sentido  de responsabilidad sólo tenía concebido su  compromiso con su pueblo donde sus obligaciones revolucionarias eran lo primero. El hecho de decepcionar a su pueblo o dar un mal ejemplo, no cabía en su formación ética moral, ni comprendía exigirle el esfuerzo al pueblo en las distintas etapas de la Revolución y no ser el primero en dar su esfuerzo. No fue hombre de conformarse
Creyó firmemente en que algunas cosas debían de ser  mejores y se debían rectificar, pues como él decía las revoluciones no son caminos de rosas; se sintió hasta el último momento de su vida en el alto concepto de lo que significaba para su pueblo y así se demostró cuando miles de cubanos reconocieron abiertamente que en cada unos de ellos había un Fidel, la reafirmación de aceptación y el reconocimiento de su pueblo como líder mayor de nuestra Revolución se afirmaban en sus palabras: “pero estoy seguro del alto concepto que quedará de mis servicios, absolutamente seguro, no tengo la más remota duda sobre eso”.

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